Las plantas carnívoras son más vegetarianas de lo que se creía
Sólo el 10% de las presas de la plantas carnívoras acuáticas son animales. Así lo ha revelado un estudio que indica, además, que el equilibrio de capturas animales y vegetales es fundamental para su crecimiento.
Como en otras muchas especies animales o vegetales, el primero en escribir un tratado sobre las plantas insectívoras (también llamadas plantas carnívoras) fue Charles Darwin en 1875. A través de sencillos experimentos Darwin descubrió que estas plantas degradan a sus presas mediante el uso de enzimas similares a las enzimas digestivas de los animales. Así, gracias a los nutrientes que obtienen de los insectos las plantas carnívoras pueden crecer en suelos muy pobres pues completan su nutrición.
La condición de carnívoro es una característica que ha aparecido en diversos linajes de plantas en varias ocasiones durante la evolución. Por ejemplo, del mismo modo que las alas de aves y murciélagos evolucionaron por separado para convergir en una función común, en distintos órdenes de plantas surgieron diferentes mecanismos cuya función es la de capturar pequeños insectos, principalmente moscas y hormigas. Así, podemos encontrar plantas con pelos pegajosos, trampas de caída, pinzas o trampas mecánicas en distintas plantas que no están emparentadas entre sí.
Por otro lado, también existen algunas plantas carnívoras que son acuáticas. Estas plantas, del género Utricularia, poseen unas pequeñas vesículas donde crean una presión negativa en su interior. Cuando algún pequeño animal acuático, como por ejemplo un copépodo, toca la tapa de una vesícula, esta se abre rápidamente y absorbe todo el agua que tenga a su alrededor, incluyendo al pequeño crustáceo. Después de entrar el agua cierran la tapa y comienzan la digestión. Sueltan enzimas en el interior y poco a poco van bombeando el agua, con todos los nutrientes disueltos, hacia el interior de las células y desde allí al resto del cuerpo.
Los botánicos ya habían observado que, con frecuencia, estas vesículas se «disparaban» solas, sin necesidad de que hubiese ningún estímulo táctil, por lo que se pensaba que eran fenómenos accidentales sin ninguna finalidad para la planta. Sin embargo, un nuevo estudio ha demostrado que mediante estos disparos espontáneos las vesículas también capturan polen y algas microscópicas y que estas capturas son esenciales para el buen crecimiento de la planta. El polen y las algas microscópicas son digeridos por las enzimas de las vesículas, al igual que ocurre con los crustáceos, y aportan micronutrientes que se necesitan en pequeñas cantidades pero que son imprescindibles, como hierro, boro o manganeso, entre otros. En cambio, el nitrógeno, necesario en mayores cantidades, lo obtienen de las presas animales.
En su estudio, los investigadores se han centrado en cómo crece la planta dependiendo de qué entra en las vejigas. Separaron a las plantas en dos grupos, al primero lo alimentaron con presas animales (soltaron en el agua rotíferos, cladóceros y otros animales microscópicos) y al segundo le ofrecieron, además de esto, materia vegetal. Los experimentos realizados han confirmado que sólo el 10% de las presas de estas plantas «carnívoras» son animales, mientras que más del 50% son algas y más del 30% son granos de polen. También se ha descubierto que las plantas que mantienen una proporción equilibrada entre presas animales y vegetales crecen mucho más, pues tienen todos los elementos que necesitan para hacer la fotosíntesis y mantener un metabolismo activo. Por tanto, estas plantas tienen en realidad una «dieta» mucho más rica en vegetales que en animales y se las describiría mucho mejor llamándolas plantas omnívoras en vez de carnívoras.
Gracias a esto, los miembros del género Utricularia son capaces de sobrevivir en ambientes extremadamente pobres en nutrientes, como pueden ser las turberas. Lo que aún no se sabe es cómo se comenzó a digerir este alimento. Si las plantas aprovecharon que entraban algas y pólenes en sus vejigas para digerirlas, o si empezaron a dejar que entrasen porque podían alimentarse de ellos.