SARS-CoV-2: Inmunidad cruzada y pecado antigénico original
Durante estos días se está hablando mucho sobre la transmisión del virus SARS-CoV-2 en posibles futuras pandemias. Numerosos expertos creen que este virus podría ser como el de la gripe y volver cada año de forma estacional. Además, señalan que su transmisión post-pandemia, podría depender de dos factores fundamentales: la duración de la inmunidad generada y el fenómeno de la inmunidad cruzada. Respecto a esto último, un artículo publicado recientemente en la revista Science explora las posibilidades de que el actual virus SARS-CoV-2 nos pueda conferir inmunidad cruzada frente a futuros brotes. Pero, ¿qué es la reactividad cruzada? ¿Nos beneficiará?
Inmunidad cruzada y pecado antigénico original
La inmunidad cruzada (o reactividad cruzada) se define como la capacidad de nuestro sistema inmunitario para actuar con anticuerpos previamente generados contra un virus, frente a otro virus altamente similar. Esto no es nada nuevo, de hecho, hay varios ejemplos: se ha demostrado que una infección previa con la cepa del virus de la gripe H1N1 confiere cierta inmunidad cruzada frente a otra cepa similar, la H5N1. Esto también ocurre en la familia de los coronavirus: la respuesta frente al SARS-CoV-1 puede generar anticuerpos con reactividad cruzada frente al coronavirus que causa resfriado común (HCov-OC43) y viceversa. Estas evidencias sugieren que lo mismo podría pasar con SARS-CoV-2, es decir, que los anticuerpos del coronavirus de 2019, podrían ser neutralizantes frente al posible coronavirus de 2021 (que será parecido, pero con ciertas modificaciones).
Si esto sucediera, en principio, sería muy beneficioso porque querría decir que ya estaríamos inmunizados y que la infección no se manifestaría de nuevo porque podríamos controlarla desde un principio, sin la tardanza que supone tener que montar una respuesta inmunitaria desde cero. Sin embargo, hay que tener en cuenta otro fenómeno muy importante, del que aún no conocemos datos para el SARS-CoV-2: el pecado antigénico original.
Un poco de historia
En los años 60, J. Thomas Francis, propuso esta teoría en referencia al virus de la influenza y actualmente se ha demostrado que, efectivamente, ocurre en varias infecciones como el virus de la gripe o el dengue. Esta teoría dice que la primera gripe nos marca para siempre y que nuestra capacidad de responder a futuras gripes está condicionada por las defensas desarrolladas frente a la primera. De ahí su nombre, que se refiere a que quedarías “marcado” por la primera gripe, igual que la humanidad quedó marcada por el pecado original que cometieron los primeros humanos (Eva y Adán) al comer del Árbol de la Ciencia. Su primera respuesta marcó (teológicamente hablando) el destino del resto de nosotros. Pues lo mismo sucede con los antígenos, la respuesta inmunitaria al primer antígeno condiciona el resto de respuestas. Lo que realmente sucede, desde un punto de vista celular, es que memoria inmunitaria responde antes que la inmunidad primaria ante una infección ligeramente conocida. Es decir que, cuando dos virus son muy parecidos, los linfocitos de memoria interpretan que el nuevo antígeno es el mismo que el primero al que se han expuesto (el “original”) y generan una respuesta secundaria frente a él, en lugar de montar una respuesta primaria adaptada al nuevo patógeno.
La teoría de Francis fue abandonada durante muchos años, pero la tecnología actual nos ha permitido averiguar que estaba en lo cierto y que no solo sucede en el caso del virus del influenza virus, sino también en muchas otras infecciones.
No es bueno todo lo que lo parece
No obstante, hay que tener en cuenta que este fenómeno es una espada de doble filo, puede ser tanto beneficioso como perjudicial. Puede ser beneficioso, porque al tener unas defensas preformadas vamos a responder más rápido al peligro y, si el patógeno es lo suficientemente parecido al “original” podemos neutralizarlo y eliminarlo. Pero, por otro lado, si la respuesta preformada no es eficaz vamos a “perder” la oportunidad de generar una nueva respuesta inmunitaria de alta especificidad frente al segundo peligro. Lo cual produciría que, si finalmente no podemos vencerlo utilizando solo la memoria, nuestra respuesta inmunitaria se vería comprometida.
¿Sucede esto con el coronavirus? Es pronto para saberlo y todavía no hay estudios al respecto. Pero sería una buena vía de investigación a tener en cuenta, especialmente a la hora de formular vacunas. El funcionamiento de las vacunas se basa en generar una primera respuesta inmunitaria que produzca memoria para que cuando tengamos la infección real, la respuesta sea más rápida. Por ello, una vacuna que confiera inmunidad cruzada frente a varias cepas del mismo virus sería un gran avance, lo cual ya se tiene en cuenta para el diseño de algunas vacunas contra la gripe. Pero, por el contrario, el pecado antigénico original podría hacer que la inmunogenicidad y la eficacia de estas vacunas se viera comprometida.
Hasta que estudios más detallados arrojen un poco de luz sobre este asunto en el caso del coronavirus, más vale ser precavidos y considerar en conjunto estos dos fenómenos.
Referencias
Kissler, S. M., Tedijanto, C., Goldstein, E., Grad, Y. H. & Lipsitch, M. Projecting the transmission dynamics of SARS-CoV-2 through the postpandemic period. Science (80-. ). eabb5793 (2020) doi:10.1126/science.abb5793.
Kucharski AJ, Edmunds WJ. Cross-immunity and age patterns of influenza A(H5N1) infection.EpidemiolInfect. 2015;143(6):1119‐1124. doi:10.1017/S0950268814001976
Vatti A, Monsalve DM, Pacheco Y, Chang C, Anaya JM, Gershwin ME. Original antigenic sin: A comprehensive review. J Autoimmun. 2017;83:12‐21. doi:10.1016/j.jaut.2017.04.008
Autoras: Ciencia con Carmen