Doctorandos: 6 veces más propensos a una pobre salud mental
Los doctorandos son un importantísimo pilar de la producción científico-tecnológica en todo el mundo. Tan solo entre el 2014 y el 2019, se estima que el número de doctorados aumentó en un 25% en los países miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). La tendencia continúa y, sin embargo, las condiciones laborales tras el doctorado no mejoran.
Este futuro incierto, el ambiente académico basado en el conocido como public or perish ( «publica o muere» en inglés) o las frecuentes interminables jornadas laborales, son solo algunas de las causas por las que los doctorandos son hasta 6 veces más propensos que el resto de la población a desarrollar problemas de salud mental. Se estima que un tercio de ellos está en riesgo de terminar desarrollando ansiedad.
Presión constante, depresión y sentimiento de inutilidad
De los más de 3600 doctorandos participantes en un estudio de la Universidad de Gante, el 41% se sentía bajo presión constante, el 30% deprimidos y el 16% inútiles. Además, comparándolos con otros grupos profesionales con alta formación, continuaban siendo los doctorandos los que presentaban síntomas de deterioro de su salud mental con más frecuencia.
En España, un estudio similar realizado por la Universidad Autónoma de Madrid a 243 doctorandos desvelaba que el 80,3% presentaba altos niveles de prevalencia de agotamiento emocional y casi el 60% se sentía insatisfecho. De todos ellos, el 40% carecía de un precontrato doctoral.
Precariedad «postdoc»
Y es que, la enorme inestabilidad laboral es una de las principales causas de este agotamiento mental de los doctorandos. El porcentaje de jóvenes contratados como «ayudante doctor» menores de 35 años bajó de casi el 30% en 2016 al 24% en 2018.
Los contratos doctorales sin beca son de todo menos habituales y la mayoría de ellos continúan siendo de corta duración. De acuerdo al informe publicado por la OCDE en 2021; «Muchos países están experimentando la aparición de un doble mercado (…) donde coexisten una élite investigadora protegida que va a menos y un gran grupo investigador precario que representa actualmente la mayoría en casi todos los sistemas académicos».
Desigualdades y ambiente tóxico
Este burn-out o Síndrome del Trabajador Quemado (reconocido como enfermedad laboral por la OMS) no hace distinciones por especialidades en lo que a doctorandos se refiere. Pero sí por género y edad. Jóvenes y mujeres son los más afectados. Las mujeres estudiantes de doctorados tienen un 27% más de probabilidades de sufrir problemas psiquiátricos.
A todos estos factores, se les suma un ambiente de trabajo complicado, incluso tóxico en muchas ocasiones. Como concluye la OCDE, está comprobado que los altísimos niveles de competitividad y la común falta de reconocimiento crean condiciones desagradables y agresivas. Y este ambiente no se debe exclusivamente a las malas condiciones laborales, también a la cultura actual de «publica o muere» en el mundo de la investigación.
Encontrar la solución a la precariedad
El informe de la OCDE «Reducing the precarity of academic research careers» recoge una serie de iniciativas políticas para hacer frente a factores específicos que contribuyen a esta situación, como la gran desactualización de esta carrera profesional, la falta de estructura en la fase post-doctoral, la excesiva dependencia de investigadores senior o la falta de movilidad laboral entre sectores, entre otras muchas.
La precariedad en el sector de la investigación científica no es, ni mucho menos, un problema actual. Y, tal y como demuestra el informe de la OCDE, las medidas para mitigarla ya están sobre la mesa. Aplicarlas resultará vital para mejorar las condiciones laborales y, por ende, la salud mental, de miles y miles de doctorandos de cuya labor investigadora depende el presente y el futuro de la ciencia en todas sus especialidades.
Autora: Beatriz López Muñoz
Bióloga. Experta en Comunicación Pública y Divulgación de la Ciencia (UAM).