Comportamiento animal (1)
Con este post, vamos a comenzar una comenzar una serie de entradas relacionadas con el comportamiento animal. ¿Porqué nos comportamos de determinada manera? ¿El comportamiento responde al libre albedrío? ¿Estamos más limitados de lo que creemos a la hora de comportarnos de uno u otro modo?
Vamos a empezar por lo más básico. Los genes con los que nacemos, ¿determinan nuestro comportamiento? Te invitamos a seguir leyendo.
Las bases genéticas del comportamiento
El comportamiento -ya se trate de una célula de Escherichia coli que navega hacia una fuente de alimento o del tuyo al leer y reaccionar ante este texto- tiene sus raíces en el programa genético transportado por las moléculas de ADN del individuo. Los pasos que median entre una secuencia de nucleótidos en una molécula de ADN y el comportamiento de un organismo, aún de uno muy simple, son muchos y muy complejos. El proceso implica, por lo menos, la síntesis de moléculas específicas, su organización en estructuras particulares capaces de recibir y responder a los estímulos, el desarrollo de vías -eléctricas o químicas- para la transmisión de información dentro del organismo, y la modificación de esas estructuras y vías como resultado de las interacciones del organismo con su ambiente.
Para algunos comportamientos, el papel de los componentes genéticos puede demostrarse con claridad. Un ejemplo clásico es el comportamiento de las abejas cuando una pupa, mientras sufre metamorfosis dentro de su celda en el panal, se enferma y muere. Algunas cepas de abejas, conocidas como higiénicas, las obreras desobstruyen la celda y eliminan el cuerpo. En otras cepas, conocidas como no higiénicas, este comportamiento no ocurre. A principios de los años 60, Walther Rothenbuhler, en una serie de experimentos cruzo primero abejas no higiénicas con abejas higiénicas. Toda la prole fue no higiénica, indicando que esta es una característica dominante. Rothenbuhler luego hizo un cruzamiento de prueba, o retrocruza, de la progenie híbrida con la cepa higiénica original y obtuvo 29 colonias de abejas. En ocho, las abejas no eran higiénicas, dejaban las células obstruidas y no eliminaban las pulpas muertas. Seis colonias consistían en abejas higiénicas, que abrían las células las celdas y eliminaban las pupas muertas. Sin embargo, en nueve de las colonias, las obreras abrían las celdas pero dejaban intactas a las pupas muertas y en las seis colonias restantes no desobstruían las celdas, pero hubieran eliminado las pupas muertas si aquellas hubieran sido abiertas.
Los resultados se aproximan a la relación 1:1:1:1 esperada en una cruza de prueba que implica a dos genes que segregan de manera independiente. Esto indica que un gen, designado D, controla el comportamiento de desobstrucción, mientras que otro gen, designado E, controla el comportamiento de eliminación. Las abejas que son homocigóticas recesivas para ambos genes (ddee) destruyen las celdas y eliminan las pupas. Las abejas que tienen al menos una copia del alelo dominante de cada gen, por ejemplo DdEe no hace ninguna de las dos cosas. Las abejas que son de de ddEe o ddEE desobstruyen las celdas pero no eliminan las pupas, y las que son de DDee o Ddee eliminan las pupas una vez se les ha abierto las celdas.
Como ilustra este ejemplo, un solo alelo puede determinar una característica particular de comportamiento de un organismo. Sin embargo, para la mayoría de los comportamientos sus mecanismos genéticos son considerablemente más complicados. En algunos comportamientos, los genes con efectos múltiples (o sea, genes pleiotrópicos) desempeñan un papel importante. Las mosquitas de la fruta que tienen el alelo Hk, por ejemplo, son más activas que las que carecen de este alelo, saltan violentamente cuando una sombra pasa sobre ellas, exhiben un comportamiento de apareamiento anormal y muestran movimientos rápidos de las patas cuando se las anestesia. Como puede esperarse de este estilo de vida frenético, también tienen un lapso de vida más corto que las mosquitas sin este alelo. Más frecuentemente, las características de comportamiento son el resultado de herencia poligénica, es decir, dependen de la acción integrada de los alelos de un gran número de genes.
Fuente: Biología. Curtis & Barnes.