Azúcar: Glucosa vs otros monosacáridos
En el mundo de la nutrición, pocas moléculas despiertan tanto interés y debate como los azúcares simples. Aunque solemos asociar la palabra “azúcar” con el exceso y los problemas de salud, no todos los monosacáridos se comportan de la misma manera en nuestro organismo. La glucosa, faro energético de nuestras células, despliega una serie de ventajas que la convierten en la opción más eficiente y segura para el mantenimiento de funciones vitales: desde el pensamiento consciente hasta el latido del corazón. A diferencia de otros azúcares, cuyo metabolismo puede cargar al hígado con procesos de desintoxicación o exigir rutas enzimáticas delicadas, la glucosa se integra con sorprendente rapidez y equilibrio en la cascada metabólica, garantizando un suministro constante de energía y evitando los picos abruptos de insulina o los depósitos excesivos de grasa. En este artículo exploraremos por qué la glucosa actúa como compañera fiel y notoriamente más benévola que sus primos azucarados.
La denostación del azúcar de mesa
La preocupación creciente en torno al “azúcar” como tal nace de la forma en que solemos incorporarlo a la dieta: no hablamos tanto de la glucosa pura, que el cuerpo maneja con eficacia, sino de azúcares añadidos en refrescos, bollería y productos ultraprocesados, donde la combinación de glucosa y fructosa (sacarosa) o de fructosa libre (jarabes) actúa casi como un “cóctel metabólico” de alta densidad calórica. A diferencia de la glucosa, que eleva la glucemia de forma predecible y desencadena una respuesta insulínica ordenada, la fructosa es procesada casi en exclusiva por el hígado, donde se convierte con facilidad en grasa y puede, con el tiempo, sobrecargar los sistemas de desintoxicación hepática.
Esa tendencia de transformar fructosa en triglicéridos explica por qué la sacarosa y los jarabes ricos en fructosa se relacionan con la esteatosis hepática y los trastornos del perfil lipídico, en lugar de ofrecer energía limpia y rápida. Además, el azúcar añadido no aporta fibra, vitaminas ni minerales, y favorece picos de insulina que, con el consumo continuado, pueden desembocar en resistencia insulínica y diabetes tipo 2; al mismo tiempo, su alto poder edulcorante refuerza el deseo de seguir ingiriéndolo, alimentando un círculo vicioso.

Funciones de la glucosa en el cuerpo humano
Como ya hemos referido, la glucosa es una de las moléculas más fundamentales para el funcionamiento del cuerpo humano. Este es un resumen claro de sus principales funciones:
1. Fuente de energía inmediata
- Función principal: Las células utilizan glucosa para obtener ATP (adenosín trifosfato), la «moneda energética» del cuerpo.
- El proceso ocurre a través de la glucólisis, el ciclo de Krebs y la cadena de transporte de electrones (en presencia de oxígeno).
- El cerebro, los glóbulos rojos y los músculos durante el ejercicio intenso dependen especialmente de ella.
2. Energía exclusiva o preferente para ciertos órganos
- Cerebro: Utiliza glucosa casi exclusivamente como fuente de energía (salvo en ayunos prolongados, donde recurre a cuerpos cetónicos).
- Glóbulos rojos: No tienen mitocondrias, por lo que dependen solo de la glucólisis anaerobia.
3. Precursor de otras moléculas
- Se utiliza para sintetizar aminoácidos no esenciales, ácidos grasos, glicerol y lactosa.
- A través de la vía de las pentosas fosfato, genera ribosa-5-fosfato (para ácidos nucleicos) y NADPH (esencial para procesos anabólicos y antioxidantes).
4. Almacenamiento de energía
- El exceso de glucosa se convierte en glucógeno, que se almacena principalmente en:
- Hígado: para mantener la glucosa en sangre.
- Músculos: para uso local durante el ejercicio.
- Si los depósitos están llenos, se convierte en ácidos grasos (lipogénesis) y se almacena como grasa corporal.
5. Mantenimiento de la homeostasis glucémica
- La glucosa circulante se regula mediante las hormonas:
- Insulina: disminuye la glucemia, favoreciendo el almacenamiento.
- Glucagón, cortisol, adrenalina: aumentan la glucemia en situaciones de ayuno, estrés o esfuerzo.
6. Papel en procesos metabólicos especiales
- En situaciones como el ayuno o el ejercicio prolongado:
- Se activa la gluconeogénesis (síntesis de glucosa a partir de otras moléculas como aminoácidos y lactato).
- También participa en el ciclo de Cori, reciclando lactato desde los músculos al hígado.
Otros monosacáridos de la dieta
Aunque la glucosa es el monosacárido preferido por el cuerpo humano, hay otras fuentes de monosacáridos como la fructosa, galactosa, manosa, entre otros. Estas también se obtienen de la dieta, pero pueden causar problemas metabólicos si se consumen en exceso o si hay errores en su procesamiento:

1. Fructosa
Presente en: frutas, miel, jarabe de maíz de alta fructosa (HFCS). Problemas asociados:
- Síntesis hepática de grasa: la fructosa es metabolizada casi exclusivamente en el hígado y puede fomentar la lipogénesis de novo, lo que contribuye a:
- Hígado graso no alcohólico (NAFLD).
- Dislipidemias (colesterol y triglicéridos altos).
- Resistencia a la insulina y síndrome metabólico: el consumo elevado de fructosa está vinculado a obesidad abdominal y resistencia a la insulina.
- Ácido úrico: su metabolismo genera ácido úrico, lo que puede aumentar el riesgo de gota e hipertensión.
Además puede generar una enfermedad congénita rara, la Intolerancia hereditaria a la fructosa (déficit de aldolasa B), que causa vómitos, hipoglucemia severa y daño hepático si se consume fructosa.
2. Galactosa
Presente en: productos lácteos (como parte de la lactosa: glucosa + galactosa). Problemas asociados:
- En la mayoría de las personas, la galactosa se convierte rápidamente en glucosa en el hígado.
También puede desembocar en una enfermedad rara, la Galactosemia (deficiencia en enzimas que metabolizan galactosa, especialmente GALT), cuyos síntomas son: ictericia, vómitos, daño hepático, cataratas y retraso del desarrollo si no se detecta y trata. Requiere eliminación estricta de galactosa en la dieta.
3. Otros monosacáridos menos comunes
Manosa, xilosa, arabinosa: menos habituales, presentes en pequeñas cantidades en algunas plantas y fibras. Problemas:
- Generalmente no causan daño si están en cantidades normales.
- Algunas enfermedades genéticas raras pueden involucrar defectos en rutas metabólicas donde estos azúcares participan en la glicosilación (modificación de proteínas), lo que puede afectar múltiples órganos.
Otras fuentes nutricionales de glucosa
Más allá del azúcar de mesa (sacarosa), nuestro organismo obtiene glucosa a partir de alimentos ricos en almidón o carbohidratos complejos, que tras la digestión se descomponen en unidades de glucosa. Estas son las principales fuentes nutricionales de glucosa en la dieta:
- Cereales y derivados
Pan integral o blanco, pasta, arroz y fideos. El almidón que contienen se hidroliza en el intestino (por acción de la amilasa) liberando glucosa de forma gradual. - Tubérculos y raíces
Patatas, boniatos, yuca y ñame destacan por su alto contenido en almidón. Además aportan fibra, vitaminas del grupo B y minerales (potasio, magnesio). - Legumbres
Lentejas, garbanzos, judías y guisantes. Su almidón, combinado con proteínas y fibra, modera la velocidad de absorción de glucosa. - Verduras con almidón
Maíz, guisantes y calabaza. Aportan almidón y al mismo tiempo compuestos antioxidantes y fitoquímicos. - Frutas
Aunque contienen fructosa, muchas como la uva, el plátano o las manzanas aportan también una fracción de glucosa libre; la mezcla de azúcares y fibra tensa la respuesta glucémica. - Productos integrales y de grano entero
Copos de avena, muesli o panes de centeno aportan almidón y beta-glucanos que favorecen una liberación pausada de glucosa. - Maltodextrinas y jarabes de almidón
En alimentos procesados (bebidas isotónicas, suplementos deportivos), se usan polímeros de glucosa que se digieren muy rápido, ideales para recargar energía tras el ejercicio. - Lácteos
La lactosa (disacárido de glucosa + galactosa) en yogur o leche se descompone parcialmente en glucosa; además, el contenido proteico retrasa su absorción.
Consumir estos alimentos en su forma menos refinada (integrales, con piel o en su estado natural) no solo provee glucosa, sino también fibra, vitaminas y minerales, lo que atenúa los picos de glucemia y favorece una energía más sostenida.