¿Desaparecerá el cromosoma Y?
En los últimos tiempos varios científicos han postulado que ciertos cromosomas relacionados con el sexo, como el cromosoma Y masculino, podrían acabar extinguiéndose. Sin embargo, un estudio genético de los cromosomas sexuales de gallinas publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) parece poner fin a estas ideas. Los autores, procedentes de Suecia y Reino Unido, analizaron el mecanismo de herencia de los cromosomas sexuales de generación en generación y su relación con la fertilidad, para lo cual utilizaron como modelo el cromosoma W de gallinas. Los cromosomas W de estas aves equivalen a los cromosomas Y del ser humano, en el sentido de que están limitados a uno de los sexos y no se recombinan cuando machos y hembras se reproducen.
El proceso de recombinación permite que se separen genes normalmente asociados, lo que aumenta la efectividad de la selección y permite eliminar mutaciones defectuosas. Algunos científicos aducen que los cromosomas Y y W están condenados a desaparecer por esta falta de recombinación. Sin embargo, el nuevo estudio muestra que, aunque en efecto estos cromosomas se han reducido con el paso de millones de años, habiendo perdido muchos de sus genes originales, los que quedan poseen suma importancia para predecir la fertilidad, por lo que es improbable que desaparezcan. A la vista de los resultados, Judith Mank, investigadora del University College de Londres y responsable del estudio, afirma que «los cromosomas Y no van a extinguirse ni son el «erial» genético que antes se pensaba».
El método
En el estudio se compararon regiones del ADN del cromosoma W en distintas razas de gallina, cuya tasa de fertilidad resulta muy sencilla de medir, pues basta con contar huevos. Se comparó la información genética de dos razas, la menorquina y la livornesa o Leghorn, que ponen más de doscientos cincuenta huevos al año, con la de otras dos razas seleccionadas por las características de sus machos (actitud de combate y plumaje) denominadas Yokohama y Old English Game (gallo inglés de pelea). Los investigadores analizaron también el gallo bankiva, una especie tropical emparentada con el faisán y antepasado del pollo doméstico. Tras medir los niveles de expresión de los genes relacionados con W en todas las razas comprobaron que la selección orientada a la puesta de grandes cantidades de huevos ha provocado una expresión elevada de casi todos los genes relacionados con W en las razas ponedoras. Al mismo tiempo, la poca labor de selección de las hembras en las razas destacadas por su plumaje y actitud de combate ha traído consigo la disminución de la expresión génica en W. Esto significa que la selección de hembras por su fertilidad influye en el cromosoma W, que además es capaz de responder a esa selección pese a todas las dificultades relacionadas con la falta de recombinación.
«Hemos demostrado que los cromosomas Y y W son muy importantes para la fertilidad, la Y en los machos y la W en las hembras», afirma Mank. «La capacidad de los genes relacionados con W para evolucionar es la clave de su supervivencia, y sugiere que ni el cromosoma Y ni el W van a desaparecer».