Un observatorio de buitres único: Mas de Bunyol
En una zona privilegiada y recóndita de las montañas de Teruel, en el municipio de Valderrobres, se encuentra un lugar espectacular. El observatorio de buitres Mas de Bunyol.
En el año 1990, José Ramón Moragrega (“buitreman»), con la compañía de su mujer Loly, decidió emprender una nueva aventura y dar un cambio a su vida. Conseguir montar un muladar donde los buitres pudieran descender para alimentarse sin correr ningún tipo de peligro. Pero todo esto comenzó mucho antes…
Pasión por los buitres
Desde pequeño él había sentido total admiración por los buitres. Pasaba las tardes de su infancia esperando ver buitres que descendían a comer cerca de su pueblo natal, Beceite. Más tarde, dedicó su vida a la marina mercante durante 15 años. Esto le dio la posibilidad de dar la vuelta el mundo.
Pero cuando empezó a formar su familia, decidió volver a sus orígenes. Allí adquirió la finca “Mas de Bunyol” y emprendió un proyecto de granja cunícula para ganarse la vida. Poco a poco, empezó a recordar aquellas tardes de su infancia viendo los buitres. Y decidió empezar con este magnífico proyecto que hoy continúa.
Buitreman empezó a recoger restos de conejo del matadero municipal cada día. Los llevaba a su finca, a una zona tranquila donde él esperaba que los buitres bajasen a comer. Al principio los buitres no se fiaban de José Ramón. Estuvo varios años, llevando día a día esos restos de comida, sin tener ningún resultado. Pero él nunca perdió la esperanza. Y un día… ¡los buitres empezaron a bajar!
Al principio se trataba de 10-20 buitres, lo suficiente para animar a Buitreman a continuar con su hazaña. Él nunca se rindió y siempre contó con el apoyo de su mujer Loly. Finalmente consiguió que cientos de buitres descendieran a alimentarse cada día a la misma hora a este muladar. Donde José Ramón les espera con un buen tentempié que les ayuda a afrontar su día a día.
En el año 2005, este intrépido matrimonio, consiguió que la población pudiera acceder a este comedero de aves carroñeras para poder observar, a tan sólo unos metros, el comportamiento de estos maravillosos animales.
A día de hoy, el lugar está totalmente preparado para que los buitres puedan bajar a comer sin ningún peligro. Es debido a que el recinto del muladar está vallado y en una zona elevada que permita que los animales puedan remontar el vuelo sin problemas.
Vocación por compartirlo
Disponen de un observatorio desde el cual científicos, fotógrafos, estudiantes y amantes de la naturaleza pueden observar a los buitres sin molestarlos. Además, en la masía disponen de habitaciones donde el público se puede alojar y disfrutar de este lugar tan impresionante. Siempre respetando una serie de normas cuyo principal propósito es evitar asustar y estorbar a las aves durante su “desayuno”.
Yo tuve la suerte de visitar este lugar durante un fin de semana de Febrero. Fue gracias al curso sobre Aves Necrófagas que realizó el equipo del Centro de Cetrería Campeza (Madrid). Sólo el hecho de volver a recordar la experiencia para escribir este artículo, hace que se me pongan los pelos de punta. La labor que realizan José Ramón y Loly es impresionante. Buitreman tiene más de 60 años y él sigue ahí, día a día, llevando su carretilla llena de kilos de carne de conejo para los buitres, sin abandonar nunca.
Es importante conocer la importancia de este muladar y colaborar para que la administración proteja lugares como este. El Centro de Cetrería Campeza está muy implicado en la conservación de este proyecto y de su permanencia en el tiempo, colaborando activamente con José Ramón y Loly, razón por la cual decidieron organizar este curso, que esperemos que vuelvan a repetir pronto.
Actualmente, los buitres tienen grandes problemas para encontrar restos de carroña. Por lo que este desayuno que les aporta José Ramón es una pequeña ayuda para que puedan sobrevivir un día más y hacer frente a la búsqueda de más alimento.
Las aves necrófagas tienen un gran valor en el ecosistema. Por lo que es importante luchar por su conservación y promover la creación de lugares lugares como el que José Ramón y Loly gestionan en Teruel.
Artículo enviado por Patricia Ureña Imedio, colegiada nº 19784-M.