Modificaciones adaptativas de las hojas de las plantas

Las hojas presentan una variedad de formas y tamaños que van desde  limbos grandes a escamas diminutas. Algunas de estas diferencias pueden estar en correlación con los ambientes en los cuales vive la planta.

El tamaño de la hoja

Las grandes, con superficies amplias, se encuentran a menudo en plantas que crecen bajo la bóveda de una selva lluviosa tropical, donde el agua es abundante pero la competencia por la luz es intensa. A veces, las hojas de estas plantas tienen «hidatodos» que facilitan la pérdida del agua de la lluvia.

Hidátodo

Las que tienen superficies pequeñas habitualmente es asocian a climas secos. Por ejemplo, en las coníferas las superficies fotosintéticas están notablemente reducidas y hay una capa extragruesa de epidermis y cutícula. En estas plantas, la fotosíntesis es reducida, pero la pérdida de agua también. Así, los árboles son capaces de sobrevivir a largos períodos de sequía, incluyendo la sequía invernal, cuando el agua se congela en forma de nieve o hielo y no puede ser utilizada por la planta.

Del mismo modo, en las angiospermas de hábitat secos tienen frecuentemente hojas pequeñas y coriáceas. Esta reducción de superficie foliar llega a su extremo en los cactos de desiertos, cuyas hojas están modificadas en espinas. Estas son estructuras duras, secas, no fotosintéticas. En estas plantas, la fotosíntesis ocurre en los tallos carnosos, donde también hay órganos de almacenamiento de agua.

Diferentes funciones

En muchas plantas son suculentas, es decir, están adaptadas para almacenar agua. Entre los ejemplos más interesantes de esta adaptación están las hojas «ventana» nativas de los desiertos de Sudáfrica. Sus hojas crecen casi completamente bajo tierra. Solo el ápice transparente, «ventana», de la hoja sobresale de la superficie del suelo. El tejido foliar transparente que almacena agua sirve de conducto para que la luz llegue a las células fotosintéticas subterráneas.

Las hojas también pueden estar especializadas para otras funciones, tales como almacenamiento de alimento o el sostén. Por ejemplo, un bulbo, como la cebolla, es una yema grande que consiste en un tallo corto con muchas hojas modificadas para almacenar alimento. La «cabeza» de una col también consiste en un tallo comprimido que contiene numerosas hojas gruesas superpuestas. En algunas plantas, los peciolos se hacen gruesos y carnosos: el apio y el ruibarbo son dos ejemplos familiares. Los zarcillos de algunas plantas trepadoras, por ejemplo del guisante, son hojas o folíolos modificados.

 

Fuente: Biología. Curtis & Barnes.