El sistema inmunológico II. La inmunidad adaptativa

El sistema inmune está separado en dos ramas: Inmunidad innata e Inmunidad adaptativa. La palabra innato indica que naces con una característica. Todos nosotros tenemos sistemas de defensa innata que son funcionales al nacer. El sistema inmune adaptativo se desarrolla a medida que estamos expuestos a patógenos y otras sustancias potencialmente dañinas a lo largo de nuestras vidas. En este caso, la defensa inmune es adquirida.

inmunidad adaptativa

Las respuestas adaptativas tienen una característica especial que las respuestas innatas carecen: Las células que responden a la infección «recuerdan» el agente en exposiciones posteriores. La memoria inmunológica es importante porque en muchos casos las células que ayudan a deshacerse del patógeno en la primera infección están capacitadas para reconocerlo más rápidamente si te infectas nuevamente.

Funcionamiento de la inmunidad adaptativa

La respuesta inmune está coreografiada por células y moléculas que son producidas tanto por las ramas innatas como las adaptativas del sistema inmune. La respuesta comienza con una señal de daño o infección en una célula que moviliza la respuesta inmune innata. Durante las primeras etapas de la infección, las moléculas del patógeno, estos son llamados Antígenos, son producidos y proporcionan evidencia de que hay un invasor extraño. Las células llamadas Células Presentadoras de Antígenos, que son parte del sistema inmune innato, tienen la tarea de inspeccionar los antígenos y llevarlos a los ganglios linfáticos, el «centro de comando», donde se desenvuelve la respuesta a la molécula extraña. Aquí es donde se une el sistema inmune adaptativo.

Los jugadores clave se llaman: Células T, porque se originan en el timo, y las Células B, que provienen de la médula ósea (por: bone marrow, en inglés). Cada célula tiene una proteína en la superficie de la célula que puede unir piezas cortas de moléculas que son extrañas. Este pequeño pedacito es llamado: Epítope.

Entrando en materia

Hay un repertorio casi infinito de fragmentos moleculares extraños a los que estos receptores se pueden unir. El objetivo es hacer coincidir el epítope del patógeno infeccioso con la proteína de superficie en una célula T o B. Esto es similar a ver si una llave se ajusta a una cerradura, sólo ciertas llaves funcionan. Si se encuentra la combinación correcta, la célula T o B es activada y comienza su trabajo de producir productos químicos para destruir el patógeno del que se obtuvo el epítope o para matar las células infectadas por el patógeno. Estas células producen una proteína llamada Anticuerpo.

Los anticuerpos producidos por las células B se pueden encontrar en la sangre. Se unen y matan o neutralizan los patógenos que están fuera de una célula. Las células T pueden matar directamente a una célula infectada lo que detiene la replicación de patógenos intracelulares. Algunos tipos de células T regulan a otras y previenen demasiada destrucción celular. Las células T identifican las células infectadas porque trozos del patógeno se muestran en la superficie de la célula como evidencia de que hay un invasor y que se necesita ayuda.

Cualquiera o ambos tipos de células pueden ser reclutados en el sitio de la infección mediante señales químicas elaboradas durante las primeras etapas de la infección por respuestas inmunes innatas. Juntas, las células T y B, de la respuesta inmune adaptativa, se deshacen de un patógeno al matar las células que producen un patógeno y al eliminar los patógenos que circulan en la sangre. Este es un conjunto de defensas muy eficiente porque sólo se dirige a un patógeno específico y la respuesta está altamente regulada. La característica sorprendente de la respuesta inmune adaptativa es que las células T y B tienen la capacidad de recordar el epítope que provocó la infección inicial.

¿Qué implica?

Esto significa que la próxima vez que estés infectado con el patógeno no tendrás que esperar a que se produzca todo el movimiento y la comunicación de las células que tuvo lugar durante la respuesta primaria. Las células T y B están listas para funcionar. La memoria inmunológica es clave para evitar que nos infectemos continuamente con patógenos que siempre están presentes en la población. Es por eso que estás protegido contra virus como los que causan el sarampión o la varicela si te infectaste cuando eras niño. En algunos casos, estarías protegido de por vida, pero en otros casos, las células T y B que proporcionan la memoria a largo plazo o bien no se desarrollan bien o no parecen vivir tanto tiempo. Por ejemplo, muchas de las infecciones virales que causan las enfermedades del tracto respiratorio superior, que llamamos: resfriado común, no parecen conferir una buena memoria a largo plazo.

Las vacunas actúan en parte como un sustituto de la infección primaria para que puedas obtener células de memoria sin infectarte realmente. Las características clave de la respuesta inmune adaptativa son: que es muy específico para una molécula que es única para un patógeno, llamado epítope, que la respuesta puede deshacerse del patógeno y las células infectadas y que las células T y B, que contienen eficazmente el patógeno durante una primera infección se retienen por lo que hay memoria del epítope en caso de que aparezca de nuevo.