Biología de la conservación y el modelo de la biogeografía de islas

A medida que la demanda de recursos naturales se incrementa por las poblaciones humanas en expansión, las comunidades ecológicas se fragmentan a un ritmo acelerado. Las comunidades naturales, en principio grandes y continuas, se están reduciendo a «islas aisladas» rodeadas frecuentemente por áreas inadecuadas para la mayoría de las especies constituyentes. El ejemplo más dramático de esta destrucción de comunidades naturales es la velocidad sin precedentes con que las selvas tropicales del mundo están siendo taladas. Sin embargo, la destrucción del hábitat salvaje no es exclusiva de las selvas tropicales. En cualquier lugar en que una marisma sea cruzada por una nueva carretera, y una selva sea desmontada para utilizarse en la agricultura o para el desarrollo urbano, o un río sea interrumpido por una represa, el resultado es una subdivisión de comunidades ecológicas en islas hábitat más pequeñas y crecientemente aisladas.

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En esta situación, la hipótesis de equilibrio de la biogeografía de islas tiene implicaciones claras para la biología de la conservación. Este modelo predice tasas más elevadas de extinción y tasas más bajas de inmigración en islas pequeñas y aisladas. De acuerdo con este modelo, a medida que las comunidades naturales se reducen a fragmentos más pequeños y más aislados, puede esperarse que soportan cada vez menos especies.

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Esta predicción de números reducidos de especies en fragmentos habitacionales aislados y pequeños ha sido sustentada por la investigación de varias regiones diferentes. Uno de los estudios más amplios es el realizado en la Isla de Barro Colorado, un área de selva tropical lluviosa localizada en el Lago Gatún, en Panamá. Este lago fue creado a principios del siglo XX al completarse la construcción del canal de Panamá, aislando lo que ahora es la Isla de Barro Colorado de la selva previamente contigua. Desde entonces, han desaparecido más de 50 especies de aves de la isla, aunque siguen siendo abundantes en el continente a solo medio kilómetro de distancia. Un patrón similar de de extinción fue observado en el bosque de 86 hectáreas del jardín Botánico de Babor, en Java, Indonesia. Hace 80 años, este bosque fue aislado por la destrucción de los campos que lo rodeaban. Desde entonces ha perdido 20 de las 62 especies de aves que originalmente se reproducían allí -más del 30 % de la comunidad original- y otras cuatro especies que están próximos a la extinción.

Un proceso similar, relativo a acontecimientos naturales y no actividades humanas, se piensa que ha ocurrido en las montañas de la región de la Gran Cuenca, en el oeste de los Estados Unidos. Las comunidades de las regiones superiores de estas montañas han quedado aisladas por la formación de desiertos en las tierras bajas de la Gran Cuenca después de la última era glacial. Hoy en día las más pequeñas y más aisladas de estas montañas mantienen la vida de unas pocas especies de mamíferos y se estima que la mayoría ha perdido hasta el 50 % de sus especies de mamíferos originales. En estas mismas montañas, sin embargo, ha habido poco cambio en el número de especies de aves, supuestamente por la mayor capacidad de dispersión de las aves.

Aplicaciones del modelo de la biogeografía de islas

Se ha sugerido que el aislamiento de las comunidades ecológicas puede ser reducido -y las tasas de dispersión aumentadas- manteniendo corredores naturales entre las comunidades aisladas. Esta posibilidad ha sido explorada en Holanda, donde hay estudios que examinan el papel de las vallas de setos («senderos» de árboles y arbustos de uno a 10 m de ancho) en aumentar las tasas de colonización de los fragmentos de bosques. Partes de los resultados de estos estudios han sido sorprendentes. Por ejemplo, aunque esto es el de los parecen aumentar las tasas de dispersión de las aves, parecen reducir las tasas de dispersión de algunos mamíferos del bosque. Éstos estudios indican que no todas las especies pueden ser manejadas de la misma manera y que los efectos de la estructura del paisaje sobre las movimientos de los animales están lejos de ser comprendidos.

Uno de los proyectos ecológicos más ambiciosos llevados a cabo hasta ahora, conocido como el proyecto del tamaño crítico mínimo de los ecosistemas, está llevándose acabo en las selvas tropicales del Amazonas, en Brasil. Este proyecto, una investigación cooperativa de científicos brasileños y estadounidenses, fue inspirado en la hipótesis del equilibrio de la biogeografía de islas. Ya he revelado que la fragmentación de la selva puede tener efectos sustanciales sobre el ambiente físico. Los vientos cálidos y secos que soplan a través de las áreas circundantes desmontadas, reduce hasta un 20 % la humedad relativa en los bordes de los fragmentos de la selva. Además, la mayor penetración lumínica en los bordes de los fragmentos de la selva ha elevado las temperaturas allí hasta en 4,5 °C por encima de la temperatura del interior de la selva. Éstos cambios físicos pueden ser responsables de parte de los cambios biológicos iniciales de los fragmentos de la selva: mueren más árboles, caen más hojas de los árboles restantes, y tanto el número de especies de aves como su densidad de población disminuyen.

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Aunque la hipótesis de equilibrio de la biogeografía de islas comenzó como un ejercicio puramente teórico para explicar el mantenimiento de la diversidad de especies en las islas, ha inspirado la investigación que está brindando información vital para la biología de la conservación, para el diseño y manejo de las reservas naturales y para planear inteligentemente el uso de la tierra. Parte de los resultados de esta investigación no fueron anticipados por el modelo original. Sin embargo, una de las predicciones más importantes se ha mantenido: puede esperarse una reducción en la diversidad de especies dentro de la reservas naturales cuando quedan crecientemente aisladas. Para la mayoría de los grupos de organismos, los números de especies perdidas dependerán del tamaño de la reservas y de su grado de aislamiento.

Fuente: Biología. Curtis & Barnes.