Leche materna: el alimento genuino

El sistema digestivo del mamífero lactante requiere de desarrollo adicional y crecimiento antes de poder desempeñar la totalidad de sus funciones adultas. En el ínterin, el lactante depende totalmente del fluido complejo, altamente nutritivo, conocido como leche, producido por las glándulas sudoríparas modificadas de las que se derivan su nombre los mamíferos.

En el transcurso de la evolución, las distintas especies de mamíferos han desarrollado leches especialmente aptas para la nutrición de su propia prole. La leche humana, por ejemplo, contiene aproximadamente la misma cantidad de grasa que la leche de vaca (3,7%) pero tiene menos proteínas y más carbohidratos (en forma de lactosa, el azúcar de la leche). Por otra parte, la leche de una foca laúd tiene dos veces más concentración que la leche de vaca o la leche humana (45% de agua comparado con el 87% de agua), no tiene carbohidratos, tiene 43% de grasa y de esta forma satisfacen los altos requerimientos energéticos de un animal que mantiene una alta temperatura corporal en el agua. Un canguro puede suministrar una dieta aún más especializada; una madre que lleve dos crías de diferentes edades en la bolsa, les provee de leches diferentes (a través de diferentes tetas) a cada una de ellas.

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Además, cada especie produce leche con vitaminas y minerales particulares y, tal vez lo más importante, diversos anticuerpos, otras proteínas inmunológicamente activas y una variedad de glóbulos blancos que protegen al lactante de esta especie contra las infecciones. Por ejemplo, la leche humana contiene anticuerpos que protegen contra el Staphylococcus, la E. Coli y el virus de la polio, entre otros. Esta protección inmunológica es importante en los primeros meses de vida, antes de que el propio sistema inmune del lactante esté funcionando de manera completa. Otra característica importante de la leche materna es que se encuentra en un recipiente que la mantiene fresca, a temperatura controlada y libre de contaminación bacteriana.

El periodo durante el cual los mamíferos lactantes dependen de la leche para el nutrirse también varía con la especie. Los conejos maman durante solo pocos días; los gatos, durante 6 a 10 semanas; las hienas y los seres humanos, durante un año; los elefantes, durante 4 o 5. Sin embargo, con excepción de los occidentales, una vez que la lactancia ha terminado no solamente se detiene el consumo de leche sino que también hay una disminución en el nivel de lactasa, la enzima que degrada la lactosa. Esta enzima, presente en la mayoría de los humanos lactantes, falta en la mayoría de las especies animales y está muy disminuida en la mayoría de los seres humanos después de los 4 años. La ingestión de lactosa por individuos que carecen de la enzima puede provocar cólicos intestinales y diarrea, pues la lactosa es degradada por fermentación bacteriana. La selección natural para la digestión de la lactosa en el humano adulto se cree que ha comenzado hace unos 10.000 años, cuando ciertos grupos comenzaron a domesticar y ordeñar mamíferos. Los descendientes de europeos septentrionales tienen mucha más probabilidad de poseer esta enzima cuando sean adultos que los descendientes de africanos o de mediterráneos. Esta distribución del alelo (o del gen que se activa o se inactiva) aparentemente se correlaciona con el hecho de que los septentrionales muy probablemente consumían leche (incluyendo leche de reno) cuando adultos, mientras que las poblaciones de climas cálidos, si llegaban a usar leche, utilizaban productos lácteos fermentados, como el queso o el yogur, en los que la lactosa ya había sido degradada.

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Leche materna comercial

Existen varios productos comerciales, que mezclados con el agua, ofrecen un sustituto para la leche humana. Donde las familias tienen acceso a agua limpia, botellas esterilizadas, buena atención pediátrica y dinero para adquirir una cantidad adecuada del producto, estos sustitutos lácteos pueden ser usados satisfactoriamente por mujeres que no pueden o no desean amamantar a sus bebés. Sin embargo, en la asamblea de la Organización Mundial de la Salud de 1981, 118 países votaron a favor de regular la promoción de estos productos (solamente los Estados Unidos votaron en contra). Éstas regulaciones estaban destinadas particularmente a los productos lácteos promovidos para niños del tercer mundo, donde menudo no se dispone de acceso agua limpia o a facilidades para hervir el agua. De hecho, frecuentemente ni siquiera se lavan los biberones entre uno y otro uso. Otra razón para las regulaciones es que el producto comercial puede ser diluido excesivamente para ahorrar dinero. Sumando a esto la ausencia de anticuerpos y de otras sustancias protectoras de los productos comerciales, puede verse que los niños alimentados con ellos corren un riesgo mucho más alto de enfermedades infecciosas que los bebés alimentados con leche materna. Muchos mueren de la «enfermedad del biberón del bebé», de diarrea grave, y algunos de inanición, debido a las excesiva dilución con agua. Irónicamente, las mujeres del tercer mundo frecuentemente usan sustitutos de la leche, no por una razón de necesidad, sino porque la alimentación con biberón se vincula con el progreso, el nivel social y la adopción de convenciones occidentales

Fuente: Biología. Curtis & Barnes.