Comportamiento animal (y 4)

En esta última entrada de la serie sobre comportamiento animal, vamos a hablar de otras dos maneras de aprendizaje: el troquelado o imitación y el aprendizaje imitativo.

Troquelado o Impronta

El aprendizaje asociativo está íntimamente relacionado con el desarrollo de la discriminación. La discriminación de los miembros de la propia especie con respecto a los miembros de todas las especies, discriminación que puede estar basada en una variedad de señales, es de importancia vital para el éxito reproductivo final de muchos animales. En muchas especies, particularmente de aves, este aprendizaje ocurre muy rápidamente durante un periodo crítico específico en la vida temprana del individuo y depende de la exposición a características particulares del padre o padres. Este tipo de aprendizaje se conoce como troquelado. El ejemplo más familiar de troquelado es la respuesta de seguimiento de muchas aves precoces, que hace que las aves jóvenes sigan de cerca a la madre, y dentro de su área de protección, hasta el final del periodo juvenil, momento en el que se pierde la respuesta. El troquelado también interviene en el aprendizaje del canto de las aves, un proceso de considerable complejidad.

comportamiento animal

El canto del gorrión corona blanca: Aproximadamente 150 días después del nacimiento, un macho joven de gorrión corona blanca comienza a emitir un gorjeo tentativo que solo tiene una semejanza vaga con el canto complejo de un macho maduro. Durante cerca de los 50 días siguientes, el canto del joven pájaro gradualmente se hace más complejo y sofisticado hasta que, en el momento en que tiene aproximadamente 200 días, entona el canto completo. Este canto no solo no identifica como a un gorrión corona blanca, sino que también da información acerca de la localidad específica de la cual proviene. En otras palabras, los patrones de canto difieren ligeramente de un lugar a otro, formando dialectos característicos. Éstos dialectos pueden ser detectados por observadores humanos y reproducidos por buenos silvadores, como el etólogo Peter Marler de la Universidad Rockefeller.

Los experimentos de laboratorio emprendidos por Marler y otros han permitido disecar la secuencia de acontecimientos en el aprendizaje del canto en esta especie. Obviamente, se requiere alguna forma de aprendizaje para la producción del canto complejo. La exposición de las aves a cantos registrados con un grabador en varias etapas de su desarrollo reveló que se necesita exponer al macho de corona blanca al canto completo en un periodo crítico de 10 a 50 días después del nacimiento para que se desarrolle el mismo canto (en el mismo dialecto) cinco a seis meses después. Esto es cierto aún si se mantiene al pájaro en completo aislamiento sonoro después de los dos meses de edad. Sin embargo, si no ha escuchado el canto hasta aproximadamente la época en que empieza a cantar, nunca podrá producir un canto completo. La exposición al canto de otra especie de gorrión durante el periodo crítico no tiene ningún efecto.

Si a un pájaro se le vuelve sordo después que ha escuchado cantos de su propia especie durante un periodo crítico, el canto completo no es normal, aunque es más complejo que el del canto del pájaro aislado de los sonidos. Aparentemente, entonces, para que haya un canto normal deben satisfacerse tres requisitos: 1) el ave debe tener la capacidad genética de reconocer y reproducir al canto; 2) debe escuchar el canto durante el periodo crítico, para el troquelado; y 3) debe ser capaz de oírse cantar el canto. Aparentemente, cuando canta, compara su propio canto con el canto almacenado en su memoria durante el periodo crítico, ensayando hasta que lo entona correctamente. Si un pájaro es vuelto sordo después que ha aprendido el canto completo, continúa cantando normalmente.

Aprendizaje imitativo

Como lo indica el canto del gorrión corona blanca, la imitación es frecuentemente un componente del aprendizaje. Algunos de los ejemplos más dramáticos de aprendizaje por imitación han ocurrido en respuesta a las actividades humanas. Por ejemplo, durante la década de los 50, paros carboneros (pequeña aves íntimamente relacionadas con palos americano) comenzaron a romper las tapas (de papel o aluminio) de las botellas que los repartidores de leche dejaban en las puertas de las casas, en Inglaterra, y a beberse la crema. (En ese entonces, la leche generalmente no estaba homogeneizada y la crema flotaba en la parte superior). La rotura de la cubierta de papel o material similar es una característica del comportamiento común de esta especie, de tal modo que uno puede conjeturar que la primera botella abierta puede haber representado un accidente feliz. Posteriormente, cuando menos once especies de pájaros adoptaron una práctica similar. Las botellas de leche eran habitualmente asaltadas pocos minutos después de haber sido dejadas en las puertas, y se informó que bandadas de aves seguían a los carros lecheros a lo largo de las calles.

Un ejemplo bien documentado de «lo que hace el mono, hace la mona» lo proporcionan los macacos (monos rhesus) de la isla japonesa de Koshima. Éstos primates vivían y se alimentaban en un bosque de tierra adentro hasta hace aproximadamente 30 años, cuando un grupo de investigadores japoneses comenzó a arrojar a la playa batatas destinadas a ellos. El grupo rápidamente se acostumbró a aventurarse hasta la playa, limpiando a las batatas de la arena y comiendo a solas. Un año después de haber comenzado con esta alimentación se observó que una hembra de dos años, que los científicos habían llamado Imo, llevaba una batata al agua, la sumergía con una mano y limpiaba la arena con la otra. Muy pronto, otros macacos comenzaron también a lavar sus batatas. Solo los macacos que habían estado asociados con un lavador de batatas adoptaban en el mismo hábito. Así, la costumbre se esparció entre los compañeros cercanos, los hermanos y sus madres, pero este hábito no fue adquirido por los machos adultos, que en raras ocasiones formaban parte de estos grupos íntimos. Sin embargo, cuando las hembras hembras jóvenes que aprendieron a lavar las batatas maduraron y tuvieron hijos, todos ellos aprendieron de su madre a lavar las batatas. Actualmente, todos los macacos de Koshima sumergen sus batatas en el agua salada para enjuagarlas y muchos, habiendo adquirido el placer por lo salado, la sumergen entre mordiscos.

Esto fue solo el comienzo. Posteriormente, los científicos comenzaron a esparcir granos de trigo sobre la playa. Al igual que los otros, Imo, que tenía por entonces cuatro años, había estado levantando los granos uno por uno de la arena. Un día, empezó a llevar puñados de arena y trigo hasta la playa y los arrojaba el agua la. La arena se hundía y los granos de trigo flotaban en la parte superior y desde allí los recogía y se los comía. Los investigadores estaban particularmente intrigados por este nuevo comportamiento, dado que implicaba arrojar el alimento una vez que se lo había recogido, que es un comportamiento absolutamente inusual en el repertorio normal de los macacos, que generalmente consiste en agarrar el alimento y limpiarlo. En lavado del trigo se difundió en todo el grupo de una manera similar al lavado de las batatas. Actualmente, los macacos, que nunca habían sido vistos en las playas antes que comenzara el programa de alimentación, han comenzado a nadar. Los más jóvenes chapoteando en el agua en los días cálidos. Algunos de ellos buscan bucean y traen consigo algas, y por lo menos uno ha abandonado Koshima y nadó hasta una isla vecina, tal vez como misionero cultural.

Fuente: Biología. Curtis & Barnes.