Lo que nos dice la ecología sobre el COVID-19

Los modelos que ofrece la Ecología son tan complejos que es virtualmente imposible examinar simultáneamente todos los factores relevantes. Por eso, los ecólogos suelen abordar sus estudios mediante el uso de modelos que, generalmente, son presentados en formas matemática o gráfica. Necesariamente, todos los modelos son más simples que el mundo real. Sin embargo, eliminando los detalles innecesarios, permiten que rasgos particulares de interés sean examinados con mayor precisión. Estos modelos se van ajustando según va aumentando el conocimiento y, actualmente, con el desarrollo de la tecnología, cada vez se aproximan más a la realidad.

La ecología es el estudio de las interacciones que establecen los organismos unos con otros y con su ambiente físico. Como ciencia, intenta descubrir de qué manera los organismos afectan y son afectados por el ambiente biónico y abiótico y definir de qué manera estas interacciones determinan las clases y número de organismos que se encuentran en un lugar particular y en un momento particular.

Ecología. Un poquito de teoría para empezar a comprender.

Como observó Darwin hace casi 200 años, el potencial reproductor de todas las especies es muy alto. Por suerte, pocos organismos alcanzan alguna vez su tasa máxima de crecimiento.

Por otro lado, el ecólogo Charles Elton, hace más de 70 años, notó que «ninguna población animal sigue siendo la misma durante un período prolongado y… los números de la mayoría de las especies están sujetos a fluctuaciones violentas».

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Lemmings

Las poblaciones están constituidas por organismos individuales. Las comunidades están constituidas por poblaciones. Ecológicamente hablando, una comunidad comprende todas las poblaciones de organismos que habitan un ambiente común y se encuentran en interacción recíproca. Estas interacciones son naturalmente las fuerzas principales de la selección natural. Ellas ejercen influencias, asimismo, sobre el número de individuos de cada población y sobre el número y tipos de especies existentes en la comunidad. Las interacciones entre las diferentes poblaciones son extremadamente variadas y complejas, pero en general pueden ser clasificadas como competitivas, depredadoras y simbióticas.

Por último, dejamos unos apuntes sobre control poblacional. A veces, una población puede encontrarse prematuramente con una limitación ambiental y así «derrumbarse» hasta niveles muy bajos. Un ejemplo de ello puede encontrarse en las infestaciones por polillas lagartas del roble, que son plagan habituales del noreste de los Estados Unidos. Si una población crece demasiado rápido puede agotar su fuente de alimento antes de que las orugas completen las metamorfosis y alcancen las etapas reproductoras. O, de manera alternativa, la población puede alcanzar una densidad tan grande que crea un ambiente adecuado para el crecimiento exponencial de sus microorganismos infecciosos (un virus en el caso de la lagarta del roble) y es barrida por la enfermedad.

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¿Qué pasa con los coronavirus en las últimas décadas?

Los virus tienen relaciones parasitarias con la especie humana. El parasitismo es un tipo de simbiosis (vivir juntos) en la que una se las especies es beneficiada y la otra es dañada. Como ocurre con las formas más obvias de depredación, las enfermedades parasitarias es más probable que eliminen a los muy jóvenes (no pasa con SARS-CoV-2), a los muy viejos y a los discapacitados (en el caso actual, tener patologías previas). Es predecible que las enfermedades causadas por los parásitos no sean tan virulentas ni tan eficientes. Si un parásito matase a todos los hospedados a los cuales se encuentra adaptado, entonces también perecería.

Según define la OMS, «Los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos.» En el caso del SARS-CoV-2, es un virus que permanecía en determinadas especies de murciélagos que, por determinadas causas, han pasado a la especie humana. Y lo que ha ocurrido es que este coronavirus ha encontrado un nicho nuevo dónde reproducirse y aumentar de manera importante su población. Además, este nuevo hospedador tiene una distribución a nivel planetario, con lo que la curva ecológica de crecimiento de este virus ha pasado a ser exponencial. Es decir, tiene un nuevo hospedador que no se puede defender (al menos en una primera fase de la infección) y que es ideal para su multiplicación y expansión.

Como hemos comentado en el párrafo anterior, algunos individuos morirán, y en función de la virulencia de la infección, esta mortalidad será mayor o menor. Pero la mayoría sobrevivirá, ya que el virus necesita que el hospedador sobreviva.

Los cambios artificiales en nuestra Biología favorecen estas epidemias

Cuando surgió el Homo sapiens en el planeta, la especie estaba diseñada para vivir en núcleos pequeños de población dispersa por la sabana africana y con una determinada longevidad. Somos la única especie que ha conseguido modificar de manera artificial estas dos características, que son las que explican la actual epidemia:

  1. Según el Dr. en Biología y profesor universitario Fernando López-Mirones: «Somos primates que vivimos como insectos. No hemos evolucionado lo suficiente para estar tan juntos. Los insectos tienen armaduras y no se abrazan. Nosotros somos blanditos y cariñosos.»
  2. Hemos alargado considerablemente el número de años que vivimos, con lo que aumenta de manera directa la cantidad de individuos «muy viejos y con discapacidades», como hemos comentado unos párrafos más arriba.
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Estas relaciones y el control poblacional de las especies ocurren constantemente en la naturaleza. Otro ejemplo muy conocido son las plagas. Es decir, en última instancia la Naturaleza tiende a mantener un equilibrio en los ecosistemas con una herramientas, en ocasiones, difíciles de asumir y comprender.

Fuente: Biología. Barnes & Curtis.

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