El misterio de las nuevas especies


Charles Darwin se refirió al origen de las especies como “el misterio de los misterios”, y aún hoy, más de ciento cincuenta años más tarde, los biólogos evolutivos no pueden explicar plenamente como surgen plantas y animales nuevos.

Durante décadas casi toda la investigación en este terreno se ha sustentado en la presunción de que la causa principal del surgimiento de especies nuevas, un proceso llamado especiación, es la formación de barreras a la reproducción entre poblaciones. Estas barreras pueden ser geográficas –por ejemplo una nueva montaña, o un río o un glaciar que separa dos poblaciones de animales o plantas—o pueden ser diferencias genéticas que impiden que individuos incompatibles produzcan crías fértiles. Un ejemplo bien conocido de esto último es la mula: los caballos y los asnos pueden aparearse, pero sus crías son estériles.

Ahora, un trabajo de la Universidad de Michigan (EE UU) acaba de cuestionar la presunción de larga data de que las barreras reproductivas genéticas, conocidas asimismo como aislamiento reproductivo, sean una fuerza que impulsa la especiación. Su estudio ha sido publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.

“La mayor parte de la investigación en la formación de las especies presuponía que estos tipos de barreras son una causa mayor de la especiación. Pero nuestros resultados no apoya esta idea, y nuestro estudio es, de hecho, la primera prueba directa de cómo estas barreras afectan la tasa de formación de especies”, explicó Daniel Rabosky, profesor asistente en el Departamento de Ecología y Biología Evolucionaria de la Universidad de Michigan.

Él y sus colegas se plantearon que, si las barreras genéticas a la reproducción fueran una causa principal de las especies nuevas, entonces los grupos que acumulan rápidamente esos genes también deberían mostrar altas tasas de formación de especies. Para poner a prueba la idea compararon las tasas de especiación con los indicadores genéticos de aislamiento reproductivo en pájaros y moscas de la fruta. Eligieron los pájaros y la mosca de la fruta porque existen para ambos grupos extensos conjuntos de datos sobre experimentos de cruzamiento entre especies. Los científicos usaron los cálculos evolucionarios de tasas de especiación en nueve grupos mayores de mosca de la fruta y dos tercios de las especies de pájaros conocidas.

“No encontramos pruebas de que estas cosas estén relacionadas. La tasa de surgimiento de las barreras reproductivas genéticas no pronostica la tasa de formación de nuevas especies en la naturaleza”, dijo Robosky. “Si estos resultados resultan ciertos en términos más generales, algo que todavía no afirmamos pero sospechamos que así sea- ello implicaría que nuestro entendimiento de la formación de especies es extremadamente incompleto porque hemos pasado tanto tiempo estudiando algo equivocado debido a esta presunción errónea de que la causa principal de formaciones de especies es la formación de barreras a la reproducción”.

“Aunque las barreras reproductivas siguen siendo importantes en cierto nivel, porque todo tipo de plantas y animales viven juntos en el mismo lugar lo cual no podría ocurrir si no hubiese barreras reproductivas, nuestros resultados ponen en duda si las barreras reproductivas genéticas hayan desempeñado un papel mayor en la forma en que estas especies se formaron inicialmente”, añade.

Si las conclusiones de la investigación resultan ser aplicables más ampliamente a otros organismos, los genes de especiación probablemente desempeñarían un papel mínimo en la formación de las especies.