La danza de la vida
En el gran palacio del núcleo del Reino de la célula, en medio de la compleja y fascinante danza de la vida, tiene lugar el Gran Baile de emparejamiento de ácidos nucleicos. Las moléculas de ADN y ARN se reúnen en el espacio, decoradas con sus mejores cadenas y codones, preparadas para encontrar a su pareja ideal.
En una esquina, intentando llamar la atención de todos los presentes, la noble y majestuosa doble hélice de ADN gira con gracia, sabe que es la estrella. El ARN mensajero, con su única hebra, se mueve con elegancia entre la multitud. Es vivaz, alegre y francamente dinámico. En el otro extremo del salón de baile, el ARN de transferencia, con su hermoso y cautivador traje en forma de trébol, busca ansiosamente a su codón complementario.
De repente, en mitad de la maravillosa música, los ácidos nucleicos se encuentran fugazmente unos con otros. El ARN mensajero se desliza suavemente hacia la región codificante del ADN, mientras que el ARN de transferencia con su precioso anticodón se une con alta precisión al codón que le corresponde.
En el salón resuena el suave crujido de las bases nitrogenadas, mientras las moléculas se combinan en una perfecta armonía química y una orquesta celular toca melodías ancestrales con el acompañamiento de la cantante de ópera Lady Citoplasma.
En un momento de éxtasis molecular, los ácidos nucleicos se entrelazan en un abrazo químico y se fusionan en una danza de información genética. Tras esta danza apasionada, todos los ácidos nucleicos bailan el último vals de la noche, para conmemorar la unión de sus componentes más valiosos, asegurando la continuidad de la vida en cada movimiento.
Sin duda el Gran Baile de emparejamiento es uno de los momentos más sublimes y mágicos, que dan lugar al progreso del Reino de la célula y sus reinos sucesores. FIN.
Autora: Lucía Nevado Galeano. IES VALLE INCLÁN – 1º BTO