Las esponjas: morfología y características.

Las esponjas pueden haber tenido un origen diferente del de otros miembros del reino animal y parecen haber transitado por un una ruta evolutiva solitaria. Por esta razón se la suele colocar en un subreino propio, los Parazoos («al lado de los animales»). En efecto hasta el siglo XIX las esponjas se clasificaban como animales-planta («los zoófitos»), porque durante su vida adulta todas ellas son sésiles (unidas a un sustrato). Las esponjas son comunes en los pisos de los océanos de la mayor parte del mundo. La mayoría vive a lo largo de las costas, en aguas de escasa profundidad, pero algunas, como las frágiles esponjas vítreas, se encuentran a gran profundidad, donde las corrientes son relativamente lentas. Unos pocos tipos son de agua dulce.

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Una esponja es esencialmente un sistema filtrador de agua, constituido por una o más cámaras a través de las cuales el agua es impulsada por acción de numerosas células flageladas. Las esponjas están constituidas por un número relativamente pequeño de tipos celulares, el más característico de los cuales es el de los coanocitos, células en collar, células flageladas que tapizan la cavidad interior de la esponja. Los protozoarios coanoflagelados tienen células similares, y es posible que las esponjas se originen de formas coloniales de estos organismos.

Niveles de organización de las esponjas

Una esponja representa un nivel de organización intermedio entre una colonia de células y un organismo multicelular genuino. Las células no están organizadas en tejidos o en órganos, pero entre ellas existe una forma de conocimiento que las mantiene juntas y las organiza. Si se hace pasar a través de un cedazo o de una gasa el cuerpo de una esponja viva, se disgrega en células individuales y en pequeños grupos de células. Al cabo de una hora, las células aisladas comienzan a reagregarse y, a medida que estos grupos se hacen más grandes, comienzan a aparecer los canales, las cámaras flageladas y otros rasgos de la organización corporal de la esponja. Este fenómeno se usa como modelo para el análisis de la adhesión, reconocimiento y diferenciación celular, todos los cuales son aspectos básicos del desarrollo embrionario de los organismos superiores.

La superficies externas de una esponja está revestida de células epiteliales, algunas de las cuales se contraen en respuesta al tacto o a sustancias químicas irritantes, y, al hacerlo, cierran los poros y canales. Cada célula actúa, no obstante, como un individuo, existiendo poca coordinación entre ellas. Entre las células epiteliales y los coanocitos hay una capa media gelatinosa y en esta capa están los amebocitos, células ameboides que llevan a cabo ciertos número de funciones. Los amebocitos desempeñan varios papeles en la reproducción, secretan materiales del esqueleto y, lo más importante, llevan partículas de alimento desde los coanocitos a las células epiteliales y a otras células que no intervienen en la alimentación. Dado que todos los procesos digestivos de las esponjas son desempeñados dentro de células individuales, aún una esponja gigante -y alguna sobrepasa la altura de un hombre- no consume sino partículas microscópicas.

En las esponjas de mayor tamaño, el plan del cuerpo, aunque es esencialmente idéntico, parece mucho más complejo. En estas esponjas que, en consecuencia, necesitan más alimento, las paredes del cuerpo poseen muchos repliegues que incrementan en gran medida la superficie de filtración y alimentación. Esta estratagema evolutiva para incrementar la superficies de trabajo biológico ya la hemos encontrado en el nivel celular -como en la membrana interna de la mitocondria– y volveremos a encontrar la repetidamente en diferentes estructuras animales.

Clasificación de las esponjas

Las aproximadamente 5.000 especies de esponjas se agrupan en cuatro clases, de acuerdo con su estructura esquelética, que le sirve para protección, rigidez y sostén. En la clase Calcárea, el esqueleto está formado por espículas individuales de carbonato de calcio. Los miembros de la clase Hexactinellida, las esponjas vítreas, tienen espículas silíceas, fusionadas en un retículo continuo y frecuentemente muy bello. La clase más grande, Demospongiae, tiene espículas de sílice no fusionada, o una proteína dura semejante la queratina, conocida como esponjina, o una combinación de ambas. Los exoesqueletos proteicos limpios y secos de este grupo son las «esponjas naturales o de baño» que se encuentran en el comercio. Los miembros de la cuarta clase, la más pequeña, Sclerospongiae, tienen esqueletos que contienen los tres tipos de materiales: carbonato de calcio, sílice y esponjina.

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Fuente: Biología. Curtis & Barnes.