Microbiota y salud mental, una conexión prometedora

Al igual que ocurre en la exitosa serie Downtown Abbey, en nuestro cuerpo también conviven dos complejas comunidades en pisos distintos que, aún siendo muy diferentes entre sí, se necesitan mutuamente para sobrevivir y estar sanas. Esta es la metáfora empleada por los dos principales investigadores de la relación salud intestinal y salud mental; John Cryan y Ted Dinan. Fueron ellos los que acuñaron el término «psicobióticos» allá por 2013.

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Lactobacilos, un ejemplo de psicobióticos. FOTOLIA

Los psicobióticos son organismos vivos que producen un beneficio en la salud mental de pacientes con enfermedades psiquiátricas al ingerirlos en las dosis adecuadas. Son, por tanto, muy diferentes de los conocidos probióticos y prebióticos.

Los probióticos también son organismos vivos (normalmente bacterias y levaduras) beneficiosos para nuestra salud, pero pueden encontrarse naturalmente presentes en algunos alimentos y no constituyen un tratamiento médico frente a problemas psiquiátricos. Por otra parte, los prebióticos no son organismos, sino fibras vegetales no digeribles que estimulan el crecimiento y la actividad de microorganismos beneficiosos ya presentes en nuestro aparato digestivo. Es decir, alimentan nuestra microbiota.

¿Qué es la microbiota intestinal?

Nuestro cuerpo no solo está formado por una enorme cantidad de células propias. También estamos repletos de células bacterianas. Así, el término microbiota hace referencia a todos estos microorganismos vivos que habitan en una zona concreta de nuestro organismo. Por ejemplo, un individuo de 70kg tendría más de 100 billones de microorganismos (unos 200g aprox.). Se estima que cada persona tiene entre 150 y 200 veces más de material genético en la microbiota que en el resto de sus células. La mayoría de estos microorganismos se concentran en nuestro intestino, constituyendo nuestra microbiota intestinal.

No tenemos un único cerebro

En nuestro intestino no solo se concentran la inmensa mayoría de las células de nuestro sistema inmune, también es el segundo lugar de nuestro cuerpo con mayor número de neuronas, solo por detrás del cerebro.

El Sistema Nervioso Entérico, también llamado segundo cerebro, es una especie de sucursal del Sistema Nervioso Central (SNC) que reviste de tejido nervioso nuestro tubo digestivo. Esto le permite funcionar de forma independiente, sin tener que recibir órdenes del cerebro principal.

Esta conexión entre nuestro cerebro craneal y nuestro aparato digestivo (el llamado eje intestino-cerebro) es una carretera de doble sentido, en la que el carril más importante es el nervio vago (que inerva nuestro cerebro directamente) y los vehículos son los mismos en ambos sentidos: los neurotransmisores. Nuestro intestino es capaz de generarlos gracias a las bacterias que habitan en él.

Microbiota y salud mental

Al realizar la digestión, nuestra microbiota genera neurotransmisores como la serotonina o la dopamina (o precursores de los mismos) que, a través de este eje directo con el cerebro, pueden modificar funciones tan esenciales como la endocrina o la inmunitaria, así como las emociones o nuestro comportamiento ante el estrés.

Esta asombrosa conexión permite enfocar de forma totalmente innovadora enfermedades neurodegenerativas y otros problemas de salud tradicionalmente asociados a la psicología o la psiquiatría. Muchos estudios comienzan a relacionar desequilibrios en la microbiota con reacciones adversas de nuestro sistema inmune que podrían estar directamente relacionadas con enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer o incluso la depresión.

Cuida tu microbiota y ella cuidará de ti
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Una dieta equilibrada y baja en productos procesados ayudará a mantener equilibrada tu microbiota / Ilustración: Pinterest

Aunque todas las personas compartimos alrededor de un tercio de nuestra microbiota, su composición mayoritaria es única para cada individuo en función de diversos factores. Algunos escapan a nuestro control, como nuestro nacimiento (natural o cesárea) o nuestra genética. Pero otros muchos si podemos modificarlos fácilmente para mantener una microbiota sana, como mejorar nuestra alimentación o controlar el consumo de fármacos, especialmente de antibióticos.

Las recientes y cada vez más numerosas evidencias de la enorme influencia que tiene sobre nuestra salud (incluida la mental) el estado de nuestra comunidad bacteriana intestinal, no hace más que reafirmar el gran beneficio que unos buenos hábitos pueden aportarnos para disfrutar de una vida más sana a corto y largo plazo.

Autora: Beatriz López Muñoz.
Bióloga. Experta en Comunicación Pública y Divulgación Científica
Universidad Autónoma de Madrid